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TENER UNA AMANTE ES PERJUDICIAL PARA LA SALUD

Uno de los más potentes beneficios de cultivar la Positividad es que amplia nuestra mente. Alimentarse de Emociones Positivas nos permite tener una mayor apertura, poco a poco nos va liberando de las cadenas, de la tiranía de nuestros genes y nuestros memes.

Hoy voy a hablarte de una esclavitud; de un comportamiento que nuestra sociedad de consumo celebra y padece. Quizá mi postura sea políticamente incorrecta, incluso corre el riesgo de ser tildada de moralista y mojigata. Sin embargo, dados los problemas individuales, familiares y sociales que dicho fenómeno causa, bien vale la pena atreverse a reflexionar al respecto.

Empecemos pues por la tesis:

“Tener una amante es perjudicial para la salud”

Para no dar lugar a interpretaciones “romanticonas” del concepto, entiéndase por amante a la moza, querida, concubina, vacilón, arrocito en bajo, tinieblo, amigos especiales, etc…

¿Por qué es tan perjudicial para la salud mental y afectiva tener una amante?

En primer lugar, arranquemos con el componente biológico del fenómeno.

Quien se busca una amante esta ávido de experimentar emociones intensas. Al principio, la dopamina es la recompensa por alcanzar el objetivo, entonces sentimos un gran placer –efímero por demás-, pero detrás de éste –en la gran mayoría de los casos- viene la culpa y con ella el estrés, es decir, la cortisol liberada por las glándulas suprarrenales cuando estamos expuestos a algo que psicológicamente nos inquieta; esconder la pilatuna, inventar mentiras, planear coartadas. Todos estos actos demandan el gasto de una gran cantidad de energía psíquica, e inevitablemente activan otra emoción: el miedo a hallarnos descubiertos.

Psicológicamente hablando, se pone en evidencia la fragilidad afectiva de quienes participan de esta tragicomedia. Cuando una mujer se presta para el juego básicamente son varios los motivos que la mueven: una profunda soledad, una baja Autoestima, un pobre Autocuidado o en su defecto, el deseo de mejorar sus condiciones materiales a través de los recursos que le provee su interlocutor.

Los hombres buscan novedad y si es necesario pagar por ella, se hace. Aunque hoy en día tampoco es extraño ver hombres que también sucumben al metálico con damas maduras. En ambos casos se pone en evidencia su falta de Autogobierno.

A la larga esta es una dinámica que atrapa porque dichas relaciones se ven envueltas en una lógica de consumo, de usar y “tirar”, nos vamos convirtiendo en marionetas desechables, y esto, inevitablemente tarde o temprano pasa la cuenta de cobro.

Y aquí es donde entra el componente sociológico.

La infidelidad es la segunda causa de divorcio después de la infertilidad. Cuando explota la bomba aparece la tragedia; lo peor es que es una catástrofe psicológica cuyos daños colaterales dejan a su paso víctimas inocentes. Los más de ellos: nuestros hijos, a quienes decimos “amar”, por quienes aparentemente damos la vida; son ellos los que más sufren, son ellos lo que terminan pagando los platos rotos por nuestra incompetencia afectiva.

Cuando tenemos una amante no solamente engañamos a nuestra pareja, también a nuestros hijos y lo peor del caso: a nosotros mismos. Claro, somos muy hábiles para hallar excusas, construir sofisticadas justificaciones, como la que alguna vez le escuche a un actorcito mexicano: “se es infiel porque se busca por fuera lo que no hay en casa” falso!!!, yo diría más bien que se es infiel porque buscamos por fuera lo que no hay en nosotros mismos.

Desde que existimos como especie e incluso más atrás, la infidelidad ha estado siempre presente. No fuimos diseñados para ser monógamos por naturaleza, la promiscuidad viene programada en nuestros genes, esa es nuestra animalidad; pero la buena noticia es que podemos alterar esa programación, de hecho, es eso lo que nos hace humanos.

Aprehender a construir vínculos sanos, afectivamente estables, debería ser una apuesta de nuestra sociedad. Propósito que nos beneficia como individuos, pero también como parejas, padres, ciudadanos. Basta con revisar los datos de Medicina Legal para encontrar toda la cantidad de delitos relacionados con el solo hecho de tener una amante: crímenes pasionales, suicidios, violencia intrafamiliar, maltrato infantil y un largo etc.

Cuando una familia se rompe es como si un órgano de nuestro cuerpo se afectara, si es verdad que las sociedades son sistemas complejos, quiere decir que éstas también se enferman, desarrollan patologías sociales y el origen de muchas de esas patologías está precisamente en las familias rotas, en los hijos que se quedan sin padres, sin tutores afectivos, sin adultos equilibrados que los preparen para sobrevivir, vivir y convivir, quedando así como casi seguros candidatos a engrosar las filas de los denominados antisociales: adictos, asesinos, suicidas, ladrones, delincuentes de todo tipo, desde el más callejero, hasta el más encopetado de cuello blanco. ¿No lo vemos a diario en las noticias? ¿No sientes Tú los efectos?

Por todo lo anterior y por muchos motivos más que poco a poco iremos desarrollando, es que tener una amante es perjudicial para la  salud, no sólo del individuo, sino de la familia y la sociedad en general.

Por eso es que no voy a tener una amante y como bien dirían los Talentosos de Shakira y Alejandro Saenz:

“Te lo agradezco, pero no”

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